Diario Popular
Investigaciones recientes demostraron que la relación cerebro-corazón es muy compleja. Los dos órganos interactúan en la construcción de nuestras emociones
Las relaciones entre las emociones y el aparato cardiovascular han sido objeto de interés desde tiempos remotos. Durante siglos el corazón fue pensado como el sitio donde nuestras emociones se generaban. Sin dudas, esto estuvo originado en la observación cotidiana de que todo aquello que no nos resulta indiferente, produce cambios objetivos en la función cardíaca.
Investigaciones recientes han demostrado que la relación cerebro-corazón es muy compleja. Los dos órganos (el corazón y el cerebro) interactúan en la construcción de nuestras emociones. Se ha demostrado que la interocepción (la percepción interna de nuestro cuerpo) que depende de las vías neuroanatómicas que envían la información cardíaca al cerebro modula nuestra capacidad para comprender las relaciones sociales. Más allá de estos hallazgos, podemos decir que el corazón es, además, la víctima de las emociones.
Diversos estudios han dado cuenta de que los trastornos afectivos están sobrerrepresentados en las personas con enfermedades cardiovasculares e implican que aumente la posibilidad de que su evolución no sea tan favorable. Esta relación incluye factores conductuales asociados con la depresión y los efectos del estrés.
Las relaciones entre los trastornos del sistema nervioso central y el aparato cardiovascular son íntimas y complejas. Los avances científicos revelan los siguientes datos:
-Por lo menos un 30% de los pacientes con enfermedad cardíaca están padeciendo o van a padecer sintomatología psiquiátrica, particularmente, depresión y ansiedad.
-Existe evidencia suficiente que indica que el tratamiento precoz y adecuado de tales condiciones puede mejorar significativamente la morbimortalidad por causas vasculares.
-La depresión y la ansiedad disminuyen la adhesión terapéutica a la medicación y a los programas de rehabilitación, además de aumentar conductas de riesgo como sedentarismo y abuso de tabaco y alcohol.
Todo esto hace que el acceso a un diagnóstico psiquiátrico precoz en personas con enfermedades cardiovasculares sea necesario. Además, debemos recordar que podemos hacer mucho por la salud de nuestro cerebro y corazón, ya que sabemos que lo que le hace bien al cerebro, le hace bien al corazón y viceversa. Por lo tanto, debemos llevar una dieta saludable, hacer actividad física diariamente como caminar, y controlar nuestro peso y los niveles de presión arterial, colesterol y glucosa en sangre. Además, no debemos olvidar la importancia de tener un descanso reparador. Se trata de cuidar nuestra cerebro y nuestro corazón, es decir, a nosotros mismos.
Facundo Manes es neurólogo y neurocientífico. Presidente de la Fundación INECO.