El cerebro humano es más eficiente que cualquier computadora a la hora de tomar decisiones. Ni el mejor procesador del mundo tiene la creatividad, la imaginación, y otras cualidades de una persona. Y el mejor ejemplo para demostrarlo es el más célebre gol de Diego Maradona
Hace unos años escribí una columna publicada en uno de mis libros, El cerebro del futuro, en la que planteaba las diferencias entre las computadoras y los cerebros humanos. Utilizaba una comparación que a menudo suele emplearse en un intento de comprender mejor este órgano complejo que es nuestro cerebro. Quería mostrar cómo ni el procesador más veloz del mundo puede igualar aquellas cualidades que nos hacen humanos como la creatividad, la imaginación, el trabajo colectivo, la cooperación y los complejos procesos de toma de decisiones, entre muchas otras.
El primer ejemplo que vino a mi mente para demostrarlo fue la genialidad creativa que vemos en las jugadas de Diego Maradona. Pensé, por supuesto, en su célebre gol a Inglaterra en el Mundial de 1986. Entonces, recordé las palabras que el exfutbolista de la selección argentina Jorge Valdano había relatado sobre esta hazaña: “Cuando llegamos al vestuario me dijo que durante toda la jugada había estado buscando un hueco para darme el balón a mí que me tenía en el segundo palo acompañando”. O sea, Valdano da la referencia de la cantidad de ideas aprovechadas y desechadas que pasaron por la cabeza de Maradona en la fracción de segundos.
Como vemos, el cerebro humano tiene gran capacidad de interpretarla complejidad del mundo exterior y de imaginar otros mundos posibles. Las máquinas pueden ser más eficaces que la mente humana en algunas áreas específicas, como Internet que lo “recuerda todo”, o como una simple calculadora científica que nos aventaja en la velocidad de procesamiento matemático. Pero no debemos dejarnos engañar: más allá de estas y muchas otras particularidades, las computadoras son limitadas en su capacidad de integración y la toma de decisiones en el sentido en que lo aplicamos los humanos (basta con volver a ver el gol para entenderlo). La computadora más poderosa no es ni remotamente comparable a un ser humano en cualidades como la intuición, la perspicacia, el ingenio, y mucho menos en su empatía, creatividad, capacidad de sentir, cualidades que han sido desarrolladas durante millones de años de evolución.
Las computadoras, además, carecen de conciencia y autodeterminación; no tienen creencias, deseos ni motivaciones. Los seres humanos somos mucho más que hardware y software. Sabemos que nuestra experiencia modula las conexiones neurales y nuestra genética. Somos también nuestras emociones o pasiones, nuestras frustraciones, nuestros sueños y nuestra esperanza e imaginación. Somos capaces de compartir y expresar el dolor y la tristeza de manera colectiva. Somos capaces de acompañarnos en el sufrimiento. Somos capaces de llorar nuestras perdidas.