La clasificación más utilizada del dolor se basa en su duración: agudo y crónico. Para tratarlos, la ciencia desarrolló distintos métodos que varían de persona a persona.
La frase repetida una y otra vez por las abuelas cuando los más pequeños se golpeaban y lloraban sin parar era “sana, sana, colita de rana / si no sana hoy, sanará mañana”. Y esa rima y esa cadencia quería sonar como un bálsamo. ¿Dónde actuaría esa voz y esa caricia? ¿En la pierna o en el cerebro que experimentaba el dolor?
Sabemos que el dolor es una sensación incómoda y desagradable que sentimos en el cuerpo. Sin embargo, su presencia cumple un rol importante porque a menudo nos indica que algo está mal. Y es tan subjetivo que cada uno de nosotros sabe mejor que nadie juzgar su propio dolor. La Asociación Internacional para el Estudio del Dolor lo define como una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada a un daño existente o potencial vinculado a un tejido.
La clasificación más utilizada del dolor se basa en su duración: agudo y crónico. Dolor agudo es aquel que comprende el tiempo estimado como necesario para que los tejidos sanen. Esto ocurre generalmente en el lapso de un mes, aunque actualmente se considera tres meses como tiempo de duración límite para un dolor agudo. El dolor crónico es aquel que se extiende por más de tres meses. Se entiende por dolor crónico benigno a todo dolor que persista por más de doce semanas y cuya causa no sea de origen tumoral.
Entre las causas más frecuentes de dolor crónico benigno encontramos los problemas de origen lumbar o cervical (hernias de disco, escoliosis, fracturas vertebrales, canal estrecho, ciatalgia, alteraciones posturales, etc.) y las cefaleas. El dolor crónico produce cambios importantes en la calidad de vida de las personas. Afecta tanto el físico como el desenvolvimiento social, laboral y emocional.
La terapia del dolor agudo está dirigida a tratar la causa que lo genera y a interrumpir la actividad de los receptores del dolor que envían señales al cerebro. En cambio, el tratamiento del dolor crónico debe realizarse desde un enfoque multidisciplinario. El objetivo principal para el tratamiento de pacientes con dolor crónico es mejorar su calidad de vida. Para ello es importante que aprendan a manejar el dolor, mejorar la postura y que realicen actividad física e, incluso, que incorporen técnicas de relajación.
Resulta necesario señalar que la efectividad de estos tratamientos varía de persona a persona. Por ello, es importante continuar la investigación científica acerca de las causas y también de los tratamientos más convenientes para cada persona. El verdadero valor de la ciencia es, como el que deseaban las abuelas con su rima y con sus gestos, mejorar hoy o mañana la vida de las personas.