No existen recursos naturales ni reservas monetarias que puedan superar en valor al desarrollo humano. Es elemental que todas las necesidades básicas estén satisfechas, muy especialmente en la niñez y la adolescencia. Porque cuando todo está por aprender es imprescindible que la energía esté concentrada en descubrir cómo funciona el mundo.
La transformación del cerebro de un niño en el de un adulto es un proceso fascinante: el cerebro de un recién nacido representa solo un cuarto del tamaño del de un adulto y experimentará, en el transcurso de su infancia, un crecimiento intensivo y masivo. Si bien el cerebro humano se transforma a lo largo de toda la vida, son las fases tempranas de maduración las más dramáticas e importantes. En este complejo proceso intervienen la genética y la interacción con el entorno. Entonces, tanto la estimulación cognitiva como la afectiva cumplen un rol esencial. Un cerebro estimulado genera más conexiones y más plasticidad para adaptarse de las neuronas.
Sabemos que el cerebro funciona mejor en interacción con otras personas. Los niños necesitan en su desarrollo estar acompañados de adultos emocionalmente empáticos. La interacción entre pares es muy importante pero los adultos somos el puente en la relación entre los niños y su ambiente, mediamos en esa relación y en gran parte estimular ese vínculo depende de nosotros.
Por ejemplo, al relacionarse con los demás, se aprende a leer claves no verbales en los rostros y comprender cómo esas señales cambian el sentido del lenguaje verbal. Estas habilidades están en la base de la empatía. Por su parte, la estimulación táctil, como la que dan los abrazos, disminuye la liberación de hormonas relacionadas con el estrés.
Aprovechemos este día del niño para compartir con nuestros hijos, sobrinos, nietos, y también para pensar cómo fomentar el desarrollo de sus capacidades plenamente. Ellos serán los que innoven, los que creen, los que proyecten una sociedad cada vez mejor. Debemos promover que crezcan en una nación equitativa. Para ello es clave la inversión en el desarrollo humano, en la educación, en la salud y en la investigación científica y tecnológica. Debe ser nuestro compromiso de todos los días.