¿Es posible hacer que los cerebros trabajen en red?

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VIVA

La literatura y el cine imaginaron la posibilidad de leer las mentes de las personas: saber qué piensan y qué sienten.

Las neurociencias, gracias a la interfaz cerebro-máquina, logran que pacientes parapléjicos o con otras lesiones severas puedan usar la actividad eléctrica de su cerebro para controlar el movimiento de dispositivos y realizar así tareas sencillas.

¿Será posible conseguir nuevas formas de pensamiento a través de la interconexión entre cerebros? ¿Se logrará una especie de “supermente”?

A medida que la investigación sobre la conexión con las máquinas fue creciendo, la posibilidad de conectar un cerebro a otro pareció ser más factible.

El grupo del profesor Miguel Nicolelis, de la universidad de Duke, es pionero en la interfaz cerebro-cerebro (BBI, por sus siglas en inglés) y ha liderado investigaciones científicas con resultados prometedores. La BBI se llevó a la práctica por primera vez en experimentos con roedores en los que la información cerebral de un animal era registrada y luego enviada al cerebro de otro animal para guiar su conducta. Los animales no se veían y cooperaban mediante las señales que se transmitían cerebro a cerebro. No sólo que la conducta de uno influía en la conducta del otro, sino que había una retroalimentación y colaboraban sin saber de la existencia del otro.

Luego del éxito en estas experiencias, se realizaron estudios similares en humanos. Los participantes, emisor y receptor, debían jugar a un juego de computadora de forma cooperativa comunicándose cerebro a cerebro. El objetivo del juego era defender una ciudad del ataque de barcos piratas, disparando un cañón antes de que salieran proyectiles del barco. El emisor podía ver el juego en una pantalla y, si quería disparar el cañón, debía pensar en mover la mano derecha. Esta actividad eléctrica era registrada con un electroencefalograma y transmitida a la computadora del receptor, que estaba conectada a un estimulador magnético transcraneal y generaba un pulso sobre el cerebro. Así, el receptor, que no podía ver la pantalla, sabía cuándo hacer click para disparar.

Pero Nicolelis advierte que esta no es una verdadera comunicación funcional entre dos cerebros porque la actividad cerebral de una persona se utiliza para la estimulación magnética del cerebro de la otra, y así se genera una respuesta motora involuntaria.

Es su equipo el que está investigando una nueva forma de interfaz cerebro-cerebro en la que se conecten varios cerebros a la vez. Este desarrollo se ha denominado Brainets.

Ahora el objetivo es optimizar el cerebro de los distintos animales en un sistema que sea responsable de realizar una meta en común. Se cree que así podría proveer las bases para un nuevo tipo de dispositivo computacional: una verdadera “computadora orgánica”.

Utilizando este paradigma las Brainets pudieron resolver una serie de problemas como procesamiento de imágenes, almacenamiento, recuperación de información táctil y pronóstico del tiempo. A pesar de estos descubrimientos, se considera difícilque esta tecnología lleve a la emergencia de una forma fluida y eficiente de comunicación cerebro-cerebro mientras dependamos de computadoras digitales en esta tarea.

Una de las películas de ciencia ficción más impactante es Avatar, que transcurre en el fantasioso mundo de Pandora donde sus habitantes son capaces de interconectar sus mentes a través de Eywa, el árbol de las almas, y así constituir una sola mente junto con la naturaleza y los antepasados. Se trata de una valoración común del medio ambiente y del pasado. De lo que estos avances con infinitas utilidades y devenires futuros también deberán velar.