Diario Popular
Los lazos positivos y duraderos son imprescindibles para el bienestar general de los seres humanos. Proporcionan un sentido de pertenencia y nos protegen contra los sentimientos de soledad, depresión e, incluso, de ansiedad. La amistad es uno de estos lazos fundamentales en la vida.
Otras especies también desarrollan este tipo de vínculo, lo que sugiere que la amistad no es solo una cualidad humana sino que constituye un rasgo evolutivo. Estudios recientes evidencian que se involucran un conjunto compartido de circuitos y vías neurales en la formación y el mantenimiento de amistades en los seres humanos y en otros animales y, a su vez, sugieren que la amistad trae aparejada un impacto beneficioso para la salud.
En otro estudio, investigadores analizaron cómo la presencia de seres queridos puede alterar la respuesta del cerebro a situaciones amenazantes. Encontraron que las regiones neurales asociadas con el procesamiento de una amenaza fueron significativamente menos activas cuando los sujetos tenían la mano tomada a una persona cercana afectivamente. Esta investigación indica que cuando nuestros seres queridos están cerca, somos menos propensos a activar estructuras cerebrales que regulan nuestra respuesta hormonal al estrés. Esto puede plantearse de manera más sencilla.
Imaginemos a dos personas distintas que caminan por la vida y le hacen frente a los tipos habituales de pequeños factores de estrés, como por ejemplo no ser comprendido por un compañero de trabajo. Uno de los dos tiene pocos amigos, y la percepción es que debe hacer frente a estos factores de estrés por sí solo. El otro sabe que sus amigos le “cubren la espalda”. En cada amenaza, la persona con pocos amigos puede experimentar reacciones de estrés elevado en comparación a la otra.
Hoy sabemos que las relaciones interpersonales valiosas como las que se construyen en la amistad ayudan a proteger nuestro cerebro y nuestra vida.