Clarín
En una primera etapa las personas que la sufren tienen dificultades para encontrar las palabras que quieren comunicar. Es un trastorno no hereditario causado por la degeneración gradual y progresiva del tejido cerebral.
La ciencia se construye a través del trabajo constante y apasionado de los investigadores. Este es el caso de la doctora británica Elizabeth Warrington, que logró profundizar el reconocimiento de diferentes tipos de memorias, la de los eventos vividos (la episódica) y la del conocimiento general del mundo, a partir de sus investigaciones sobre una condición específica llamada “demencia semántica”.
La demencia semántica es un trastorno no hereditario causado por la degeneración gradual y progresiva del tejido cerebral. Es considerada una variante de la demencia frontotemporal, que se manifiesta por el deterioro de las estructuras frontales y temporales del cerebro. En una primera etapa, las personas que sufren esta enfermedad tienen dificultad para encontrar las palabras que quieren comunicar, fenómeno llamado “anomia”. Ante esto, intentan compensar estas dificultades usando otros términos relacionados. Por ejemplo, pueden referirse a un gato como “perro”. A medida que la enfermedad avanza, pierden también el significado de las palabras más comunes. Entonces, ya no podrían decir “perro” para nombrar a un gato, sino que recurrirían a un término más general como “animal”. Más tarde, el lenguaje comienza a ser más vacío: solo pueden referirse a los objetos con términos inespecíficos. El animal pasaría a ser “cosa”. Como consecuencia, el discurso de las personas con demencia semántica puede resultar difícil de comprender. Las mismas dificultades que tienen al hablar aparecen al escribir.
La alteración del lenguaje involucra también la comprensión del habla. Suelen preguntar por el significado de palabras que antes conocían. Además, se olvidan los nombres de las personas y son incapaces de reconocer objetos o caras.
En las primeras etapas, las personas con demencia semántica mantienen preservada la memoria para eventos recientes, la capacidad de ubicarse en el tiempo y en el espacio, y de hacer cuentas. Sin embargo, con la progresión del daño cerebral, estas funciones terminan también afectadas.
Los síntomas identificados como propios del inicio de esta demencia se corresponden con daño en el lóbulo temporal izquierdo, área relacionada con la memoria semántica. Sin embargo, existen casos que inician con atrofia en regiones del lóbulo temporal derecho. Estas personas se caracterizan por presentar desde el comienzo alteraciones en los aspectos emocionales y sociales. Eventualmente, la atrofia progresa hacia el hemisferio izquierdo.
En estadios más avanzados, cuando la neurodegeneración se extiende sobre regiones frontales, aparecen cambios de personalidad, conductas repetitivas, obsesivas o impulsivas, desinhibición, comportamiento social inadecuado, cambios en la alimentación, apatía y pérdida de conciencia de la enfermedad.
Realizar un buen diagnóstico que permita diferenciar la demencia semántica de otras variantes de la demencia frontotemporal es importante para diseñar un tratamiento ajustado a las necesidades específicas de la persona. Si bien no existe una cura, hay muchas estrategias que permiten que quienes la padecen y sus familias lleven una mejor calidad de vida. Es fundamental conocer y dar a conocer las características de las enfermedades. Y reconocer a quienes llevan adelante las investigaciones que permiten identificarlas, como Elizabeth Warrington, contribuyendo así a la ciencia y a que las personas que las sufren y sus seres queridos puedan vivir mejor.