El recuerdo de nuestro pasado

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Diario Popular

El primer día de escuela, ese partido de fútbol en el que metimos el gol en el último minuto, las tardes de juegos con los hermanos, el primer beso, el día en que nacieron nuestros hijos, cuando dieron el primer paso y nos llamaron por primera vez… Son muchos los recuerdos personales que tenemos. Todos ellos conforman nuestra historia. La capacidad para recordarlos se denomina “memoria autobiográfica”.

La memoria autobiográfica nos permite codificar, almacenar y recuperar los eventos que experimentamos de forma personal, con la particularidad de que, cuando opera, tenemos la sensación de estar reviviendo el momento. Con estas memorias recordamos el tiempo y el espacio en el que se desarrollaron. Seguramente, por ejemplo, nos acordemos cuando fuimos por primera vez al mar. Cuando recordamos este tipo de eventos, no solo recordamos dónde fue y con quién estábamos, también los sentimientos y las sensaciones tales como la del agua en los pies, el ruido del mar y, de alguna manera, así las estamos reviviendo. Esto tiene sentido porque las áreas del cerebro que están involucradas en la memoria autobiográfica también están vinculadas con circuitos neurales ligados con las emociones. Por eso, los hechos que vivimos que tienen una fuerte carga emocional se recuerdan más detalladamente que aquellos que afectan poco nuestras emociones. ¿Acaso no recordamos lo que estábamos haciendo el momento en que Bergoglio fue elegido Papa? ¿También recordamos el día anterior o siguiente a la misma hora?

Por otro lado, la forma en que recordamos un evento en particular no suele ser la copia fiel y exacta de lo que sucedió originalmente, sino el modo en que lo relatamos la última vez.Entonces, si esa última vez estábamos más contentos, seguramente hayamos cargado con esos condimentos positivos el recuerdo. Por el contrario, si nuestro ánimo era más bien negativo, seguramente el recuerdo tenga un aire más pesimista. La memoria, cuando se evoca, se hace inestable, frágil y permeable a nuestras emociones del presente. Podemos decir que recordar es en gran parte un acto creativo –y de imaginación–, ya que las memorias se reconstruyen cuando las evocamos.

La memoria autobiográfica es la que nos permite recordar no solo los eventos, sino también revivir aquellos sentimientos asociados a esos eventos. Si borrásemos nuestros recuerdos autobiográficos, perderíamos gran parte de lo que somos. Al fin de cuentas, más importante que el lugar en el cual nos hallamos es el camino que recorrimos para llegar.