El hombre que sabía

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Revista VIVA
En muchos cines del mundo se proyectó en 1988 Rain Man, la famosa película protagonizada por Tom Cruise y Dustin Hoffman en los papeles de los hermanos Charlie y Raymond Babbitt. A pesar de los años transcurridos, aún se recuerda la manera en que Raymond reconocía a simple vista el número exacto de palillos que había caído al suelo, cuando Charlie le enseña a bailar a su hermano mayor o el viaje en auto con el televisor portátil. Si bien esta historia es ficcional, Raymond, el hombre que asombraba por su gran capacidad para la memoria y el cálculo, estuvo inspirado en una persona real: Kim Peek.

Como el personaje del film, Kim Peek tenía una memoria prodigiosa, podía recordar a la perfección miles de libros que había leído, era capaz de leer una página en menos de 10 segundos, podía identificar cientos de piezas de música clásica, calcular fechas instantáneamente y recordar mapas con lujo de detalles. Pero aunque contaba con una capacidad ilimitada para almacenar información de manera precisa, sin embargo tenía dificultades para comprender lo que “sabía”, no podía explicar conceptos y su coeficiente intelectual era muy bajo. Kim dependía de sus cuidadores para realizar las actividades de la vida cotidiana como, por ejemplo, abrocharse los botones de su camisa. La vida de Kim, quien murió en 2009 a los 58 años, dejó grandes enseñanzas sobre una condición que la ciencia llamó “síndrome de savant”.

Las personas con síndrome de savant (que deriva del francés “savoir”, que significa saber) se caracterizan por tener capacidades extraordinarias en la música, el arte, las matemáticas o las habilidades visuo-espaciales. Estos talentos muchas veces contrastan con una capacidad intelectual general baja.

Este síndrome puede presentarse en personas que tienen trastornos del desarrollo, como el autismo. Una de cada 10 personas con trastorno autista tienen habilidades notables en diversos grados, aunque el síndrome de savant se produce en otros trastornos del desarrollo o en otros tipos de condiciones que afectan el sistema nervioso central.
Hay muchos mitos en torno a este tema. Uno de ellos tiene que ver con considerar que savant es sinónimo de autismo o de síndrome de Asperger. El síndrome de savant puede ser congénito o adquirido. Cuando es congénito, la habilidad aparece temprano en la niñez y, cuando se adquiere, las habilidades parecen brotar repentinamente después de un accidente cerebrovascular, lesión cerebral o demencia. Otro mito es que quienes tienen síndrome de savant no son creativos sino que lo único que hacen es copiar o reproducir. Muchos logran pasar de la copia a la improvisación y a la creación. Otro mito está relacionado con el coeficiente intelectual, ya que en la actualidad se sabe que las personas con savant tienen muy distintos perfiles neurocognitivos.

No existe una teoría que logre explicar todos los casos, pero se están logrando muchos hallazgos en este campo, especialmente, gracias a que en la actualidad disponemos de técnicas que nos permiten estudiar con precisión la estructura y el funcionamiento del cerebro. Es probable que se encuentren respuestas en el conocimiento sobre cómo se interconectan las neuronas, cómo el cerebro cambia a través de la experiencia y cómo puede reorganizarse después de sufrir un daño o alteración.

Kim Peek había vivido en el mundo de su familia y sus libros hasta que se encontró en 1984 con Barry Levinson, quien dirigiría Rain Man. La película amplificó universalmente su historia, lo que le permitió interactuar con actores reconocidos como Dustin Hoffman, viajar y así conocer otros mundos; y al resto, reconocer y comprender más sobre el mundo de Peek y del síndrome de savant.