Cuidar la cabeza

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Revista VIVA
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Bennet Omalu había nacido en Nigeria en 1968, durante la devastadora guerra civil. Después de recibirse de médico, viajó a los Estados Unidos como visitante en un programa académico y para perfeccionarse en neuropatología en la Universidad de Pittsburgh y trabajar en la oficina forense de esa ciudad.  Fue allí, en septiembre de 2002, donde examinó el cuerpo de Mike Webster, un ex jugador de fútbol americano, que había muerto a los 50 años.

En esta historia, en la que sus investigaciones científicas se contraponen con los grandes intereses de la liga profesional de fútbol americano, se basa la película La verdad oculta (Concussion), protagonizada por el reconocido actor Will Smith. Allí demuestra, ni más ni menos, las graves secuelas que deja en los jugadores los repetidos “traumatismos de cráneo” producidos por los golpes en sus cabezas.

¿A qué se llama “traumatismo de cráneo” (TEC)? A la injuria cerebral que se produce como consecuencia de un golpe en la cabeza o por la perforación del cráneo por un elemento que lo atraviese. Las causas más comunes que los provocan son los accidentes de tránsito, ser víctima de un hecho delictivo o la práctica de deportes de alto riesgo como el boxeo, el rugby y, como revela Omalu, el fútbol americano.

Un golpe fuerte puede hacer que el cerebro rebote hacia atrás y adelante dentro del cráneo, causando múltiples puntos de daño y la rotura de estructuras celulares. Esta lesión daña las células del cerebro en la zona en la que se produjo el impacto. En estos casos, los lóbulos frontales y temporales del cerebro resultan más expuestos a lesionarse. Si un objeto penetra en el cráneo puede dañar gravemente las células, vasos sanguíneos y los tejidos de protección en todo el cerebro.

Los síntomas pueden darse de manera inmediata o pueden desarrollarse en los días posteriores. Los TEC se clasifican de acuerdo con su gravedad en “leves”, “moderados” y “graves”. Los leves se caracterizan por causar pérdida de conciencia durante unos segundos o minutos, aturdimiento y confusión. También puede alterarse la memoria, tener mareos, pérdida del equilibrio, dolor de cabeza, náuseas y problemas sensoriales como visión borrosa, zumbido en los oídos o mal sabor en la boca. Es posible que se presenten cambios de humor, depresión, somnolencia y alteración en el sueño. Aunque se denomine “leve”, se trata de una lesión que requiere atención inmediata.

Los TEC moderado y severo, además de incluir los síntomas mencionados, pueden presentar pérdida de la conciencia que comprenden hasta horas, profunda confusión, agitación, agresividad o comportamiento fuera de lo común. También puede sufrirse dificultad en el habla, incapacidad para despertar del sueño, debilidad o entumecimiento en las extremidades, pérdida de coordinación, convulsiones y dilatación de pupilas. Los casos más graves de TEC llevan al estado de coma y el estado vegetativo.

A nivel cognitivo, presentan problemas en la memoria, el aprendizaje, la resolución de problemas, el juicio, la atención, la organización de tareas y la toma de decisiones. Las personas también suelen tener dificultad para el autocontrol, para desempeñarse socialmente y poseer falta de empatía.

Conocer la problemática del traumatismo de cráneo nos convoca a la prevención de accidentes de tránsito y a la utilización de protección a la hora de hacer deportes de riesgo para cuidar nuestro cerebro. Pero en caso de haber padecido un TEC o conocer a un familiar afectado, es importante consultar con un equipo interdisciplinario de profesionales capacitados en rehabilitación. Nunca es tarde para la recuperación y el objetivo de la investigación científica es siempre conseguir una mejor calidad de vida para las personas.