Una de las grandes tradiciones dentro del campo de la neurología y neuropsicología es la investigación del funcionamiento de los procesos cognitivos a través de casos de personas que sufrieron daños en áreas específicas del cerebro. Luego de episodios tristes y desgraciados, algunos pierden o ven significativamente reducida alguna capacidad cognitiva como el lenguaje, la atención o la memoria, entre otros. Estas alteraciones ayudaron a la ciencia a entender qué áreas cerebrales y mecanismos son necesarios para su funcionamiento.
Uno de los casos más emblemáticos para este recorrido fue el de un paciente conocido como HM, quien había sido sometido a una cirugía para aliviar las crisis epilépticas agudas que padecía. En ella, se extrajo parte del lóbulo temporal en ambos lados de su cerebro, mayormente de un área conocida como hipocampo. La operación mejoró la condición de su epilepsia, pero afectó de manera profunda la capacidad de HM de formar recuerdos (amnesia). Hoy sabemos que esta región juega un rol crucial en la formación de memorias.
La amnesia puede involucrar: 1) la capacidad para aprender nueva información después del episodio que causó la amnesia (amnesia anterógrada), o 2) la capacidad para recordar eventos pasados (amnesia retrógrada). La mayoría de las personas con amnesia tiene problemas para retener información nueva. Por ello, los recuerdos recientes probablemente tengan menos posibilidad de ser recordados; mientras que los más remotos o profundamente arraigados pueden evocarse. Generalmente, pueden entender lo que leen y lo que se les dice y recuerdan también ciertas habilidades como andar en bicicleta o tocar el piano. HM podía hablar y entender preguntas, pero no aprendía nuevas palabras ni reconocía a las personas que conoció después de la cirugía. Sin embargo, era capaz de aprender nuevas habilidades motoras. Por ejemplo, era capaz de superarse y mejorar día a día en una tarea que consistía en copiar una figura, pero cada vez que se le presentaba la prueba era como si se lo hiciera por primera vez. El hecho de que el aprendizaje de habilidades motoras no haya estado afectado ayudó a comprender también que no es parte del sistema de memoria que nos permite formar recuerdos de hechos, personas, nombres o palabras (memoria episódica y semántica), sino que este tipo llamada “procedural” depende de otras áreas del cerebro. Es decir, hay diferentes sistemas de memoria.
La neuropsicóloga Brenda Milner fue la primera investigadora en realizar pruebas rigurosas en HM. Sus observaciones revolucionaron la investigación de la memoria y la comprensión de los sistemas que la conforman. Milner, hoy a los 98 años, continúa trabajando en la Universidad McGill, en Montreal. Ojalá sirva esta breve columna escrita desde aquí como un elogio a ella y a tantos científicos que a través de su labor incansable nos permiten comprender de manera más cabal cómo somos. Es bueno en sí conocerlo, pero más en aquellas investigaciones, como las de Milner sobre HM, que ayudaron a muchas otras personas para que puedan vivir mejor.