El poder de creer

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Revista VIVA

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Una pareja conversa sobre sus planes comunes para el futuro; una madre despide a su hijo en el jardín de infantes y saluda a la maestra, a quien le confía a su pequeño para que lo eduque y lo cuide; un paciente saluda a su médico antes de la operación, un cliente a su arquitecto, un parroquiano al cocinero,estas y todas las personas, con sus intereses, sus alegrías y sus sueños, quieren (y necesitan) confiar en los demás para vivir. La confianza se transforma así en condición para la construcción de una verdadera comunidad.

Las neurociencias han estudiado los mecanismos neurales que subyacen a este sentimiento de confianza entre los seres humanos. Se han podido identificar así dos regiones cerebrales involucradas: la zona del estriado ventral, asociada con el procesamiento de las emociones positivas y los sistemas de recompensa; y la corteza prefrontal medial, ligada a la inferencia del estado mental del otro, a la toma de decisiones y al monitoreo de lo que está pasando fuera de nuestro foco de atención.

Una experiencia para el desarrollo de estos estudios fue el “juego de la confianza”. Dos participantes iniciaban el juego con la misma cantidad de dinero cada uno (por ejemplo, 1000 pesos). A su turno, tenían que decidir cuánto dinero le daban al otro, considerando que esa suma se triplicaría en la cuenta ajena: si el primero daba 400 pesos, el otro acumularía 2200 y este se quedaría con 600. Luego se le informaba al segundo jugador la cantidad de dinero que le había sido transferida y le tocaba, entonces, el turno de entregar la suma de dinero que deseaba. Los estudios mostraron que cuanto mayor era la cantidad de dinero otorgada al otro, mayores eran los niveles de oxitocina liberados en el cerebro del primero. La oxitocina es una hormona que actúa como neuromodulador del sistema nervioso central y afecta el comportamiento social. En esta dirección, cuando el segundo participante devolvía sumas más grandes, la oxitocina liberada en su cerebro era mayor. La conclusión fue que las personas le entregaban el dinero al otro porque confiaban en que el otro tomaría una actitud similar con uno. La clave estaba en la confianza.

El mismo juego también se utilizó en otro estudio pero de manera más compleja. Los jugadores estaban siempre interactuando con una computadora pero no lo sabían. Se les hacía creer que las partidas involucraban a tres participantes distintos: un amigo cercano, un extraño y una máquina tragamonedas. Como resultado, los investigadores observaron que los participantes transferían más cantidad de dinero y sentían mayor recompensa personal cuando “interactuaban” con un amigo cercano.

No existe posibilidad de desarrollo social sostenido sin la confianza en el otro. Muchas veces los malogrados índices económicos devienen de un nivel deficitario de confianza. A propósito, y teniendo en cuenta también que hace pocos días se conmemoró el aniversario 40 del último golpe militar, nos es preciso recordar el cuento infantil Un elefante ocupa mucho espacio de Elsa Bornemann que fue prohibido durante la dictadura. Ahí, el elefante Víctor logra convencer a los otros animales del circo de unirse para hacer una huelga que les permitiera recuperar su libertad. Cualquier actitud de desconfianza entre ellos llevaría el plan al fracaso; cualquier traición, al castigo. Lo nombran delegado, lo apoyan y actúan todos juntos, inclusive el león, que se creía rey. Confiar en el otro es lo que les permitió cumplir con el deseo colectivo de vivir libres.