El estrés laboral o síndrome de burnout (lo que comúnmente llamamos “estar quemados”) es un estado de decaimiento físico, emocional y mental caracterizado por padecer cansancio crónico, sentimientos de desamparo, desesperanza, vacío emocional y por el desarrollo de una serie de actitudes negativas hacia el trabajo, hacia la vida propia y hacia los demás.
¿Cómo llegamos a eso? El agotamiento emocional (disminución y pérdida de recursos emocionales) suele ser lo primero que aparece. Esto se manifiesta a través de la pérdida progresiva de la energía vital y una desproporción entre el trabajo realizado y el cansancio experimentado (no sé qué me pasa, no hice tanto y no doy más). La irritabilidad, la queja y la pérdida de la capacidad de disfrutar de las tareas son cualidades de ese momento. Posteriormente surge la deshumanización o desconsideración por el otro: ante la dificultad de manejar el malestar, se tiende a expresar la hostilidad hacia el medio y a generar actitudes negativas hacia los demás. La falta de realización personal es la tercera fase de este proceso: la pérdida de ideales repercuten en la autoestima y en los sentimientos de autoeficacia.
Los síntomas físicos más comunes del síndrome de burnout son la fatiga crónica, los dolores de cabeza, las alteraciones de sueño y gastrointestinales y la pérdida de peso; y a nivel emocional, además de los ya citados, los sentimientos depresivos y la falta de concentración. Esto trae consigo muchas veces también la ausencia de motivación por acudir al trabajo, el abuso de drogas (café, tabaco, alcohol, fármacos, etc.), la incapacidad para relajarse o el aislamiento social.
¿Cuándo nos quemamos? Cuando existe mucha sobrecarga laboral, o cuando aquello que tenemos que realizar es monótono y repetitivo. El ambiente físico o social también influye: por ejemplo, cuando trabajamos en lugares ruidosos, pequeños o con poca ventilación; o cuando existen relaciones deterioradas con superiores, personal a cargo o compañeros. También puede incidir la búsqueda de perfección absoluta o la necesidad de control total.
La detección temprana del síndrome de burnout es fundamental para prevenir el malestar generalizado que provoca. Pero en todos los casos, para prevenirlo o tratarlo es fundamental reservar tiempo y espacio para las cosas que nos despejan y nos hacen disfrutar de la vida como son los hobbies, los paseos al aire libre, la práctica de deporte y las relaciones con nuestros amigos y nuestra familia.
Debemos tenerlo en cuenta cada día: ser trabajadores responsables y profesionales eficaces no se logra necesariamente por trabajar mucho. Para eso, además de nuestra dedicación y esfuerzo, también es clave sentirse bien.