La Nación
Tan pronto como nacemos empezamos a entender y a aprender nuevas cosas. Este proceso va moderando su intensidad a lo largo del tiempo. Por ejemplo, sabemos que cuando se es niño es más fácil y eficaz aprender nuevos idiomas. Lo que sucede es que el cerebro de un niño prioriza el aprendizaje por sobre la formación de recuerdos duraderos. La flexibilidad y la capacidad para aprender nueva información y adaptarse a nuevas experiencias de nuestros cerebros son extremadamente valiosas para la supervivencia. Una consecuencia de esta prevalencia sería el fenómeno conocido como “amnesia infantil”.
Los bebés son capaces de procesar memorias de largo plazo e incluso de recordar sonidos que escucharon mientras se encontraban en el vientre de sus madres. Esto demuestra que en los primeros años de vida el sistema cerebral que mantiene la memoria de las experiencias funciona correctamente. Sin embargo, nos acordamos poco de esos primeros años. Todos olvidamos muchas de nuestras experiencias tempranas y los recuerdos anteriores a los 3 ó 4 años. Hagamos la prueba, si no, de recordar cuál es nuestro primer recuerdo.
Este olvido se relacionaría con las transformaciones en las estructuras cerebrales que se desarrollan en esta etapa. La creación de memorias está basada, en parte, en la pérdida de los recuerdos viejos. El espectacular crecimiento de las neuronas en el cerebro infantil que permite a los bebés aprender rápidamente podría interrumpir los enlaces neuronales que codifican ciertos tipos de memorias. Se piensa que, con el rápido crecimiento neural, las nuevas neuronas impiden la formación o el refuerzo de recuerdos aislados. Más adelante en el desarrollo, se enlentece el crecimiento neuronal y recién se hace posible la fijación de las nuevas experiencias vividas. Por otra parte, la corteza frontal del cerebro, inmadura aún, no contribuiría adecuadamente al recuerdo de la información del contexto necesaria para la formación de la memoria infantil.
La adquisición del lenguaje podría ser otra de las causas del olvido, porque da lugar a una nueva representación mental del mundo que, a medida que maduramos, se contrapone con las representaciones previas. Un estudio científico propone que la clave de la amnesia infantil se encuentra en la posibilidad de relatar los recuerdos. Los niños pequeños necesitan una gran estimulación para poder describir eventos, a diferencia de los niños mayores, los jóvenes y los adultos, quienes son capacees de producir relatos más sofisticados. Dado que la memoria narrativa nos permite rememorar recuerdos importantes y retenerlos por más tiempo, las memorias que no son recordadas se van haciendo inaccesibles y son más rápidamente olvidadas. Como un cuento que se desvanece porque nunca nadie lo contó.