¿Cómo hacemos los seres humanos para poder atravesar momentos muy difíciles? ¿Qué es lo que nos permite, a pesar de esto, seguir creciendo y afrontar nuevos desafíos y obstáculos? ¿Cuáles son las salidas que nos ofrece nuestro cerebro ante las adversidades?
Se emplea el término “resiliencia” para describir el conjunto de factores y mecanismos que nos permiten superar adaptativamente las situaciones de adversidad. Los estudios neurocientíficos permitieron reconocer algunas herramientas que son de ayuda para franquear las dificultades sin quedar empantanados:
La llamada”habituación y extinción” es una de estas, ya que al estar expuestos en forma repetida y de manera constante a un cierto estímulo, nuestros sistemas neurales tienden a atenuar la respuesta inicial negativa (en algunos casos hasta apagarse).
La “reevaluación cognitiva de las emociones”, que consiste en modificar el sentido o significado funcional atribuido a la situación que gatilla el estrés (cambiar la manera en que sentimos, al cambiar la manera en que pensamos).
El “reprocesamiento de memorias” es la evocación de los recuerdos perturbadores y su revisación de un modo sistemático, como uno de los tantos modos en que el cerebro puede cambiarse a sí mismo.
La promoción personal de propósitos, valores y espiritualidad. Sobre este punto podemos agregar que una característica saliente de las personas resilientes es el compromiso con una intención vital y significativa, o un sistema de creencias morales bien definido.