¿Y si probamos por este camino?

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Revista Noticias

Una nación puede definirse de diversas maneras: como símbolo, como territorio, pero como mejor puede pensarse es como comunidad. Los argentinos tenemos que dejar de lado de una vez por todas las divisiones y tenemos que empezar a trabajar como si todos estuviéramos conectados como una familia. Y a partir de esto, tenemos que generar un nuevo clima de época en el que pongamos como prioridades el conocimiento y la educación. Esta es la mejor manera para cuidar y hacer madurar esta democracia.

Focalicémonos en resolver los problemas de nuestro país y buscar oportunidades en vez de pelear todo el tiempo. La confrontación permanente no mejora el mundo de miles de ciudadanos. Es más, muy probablemente lo empeore. Necesitamos una comunidad que piense el futuro y que vaya hacia allá sin tener que enfrentarnos a cada paso. Eso no significa que pensemos todos de la misma manera.

Las diferencias entre las personas que integran una sociedad no son un defecto, más bien pueden considerarse una virtud. El problema es qué hacemos con eso. El gran desafío no es que seamos iguales, sino que logremos acuerdos que nos permitan emprender el camino hacia una misma dirección. Y eso se logra con convicciones y con diálogo.

El desarrollo humano debe ser nuestro compromiso. Se trata de una evolución sustentable, integral y profunda de la sociedad argentina. Para eso, la educación debe ser prioridad de la agenda pública.

Porque el conocimiento hace la diferencia en la vida de las personas: el avance del conocimiento ha hecho posible nuevas vacunas, mejores prácticas sanitarias, campañas de salud pública más efectivas. Asimismo, las sociedades que invierten en conocimiento son más prósperas y presentan menores niveles de tolerancia con la corrupción. Una sociedad civil comprometida con la educación pública de calidad es la que puede lograrlo.

Debemos exigir y lograr una sociedad basada en el conocimiento que nos permita de una vez por todas dejar de vivir por debajo de nuestras posibilidades. Para esto no debemos ser mezquinos ni tener una visión de corto plazo, porque quizá no vayamos a ver ese futuro próspero nosotros mismos. Hay una Argentina que debe mirar al futuro común de todos los argentinos. Y, en ese futuro, la revolución del conocimiento es imprescindible.