¿Por qué es necesario apostar por la salud pública?

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Durante los últimos cien años, y gracias a las mejoras en los sistemas de salud en todo el mundo, la esperanza y la calidad de vida han mejorado considerablemente. Hoy en día, la salud ya no es solo la lucha contra las enfermedades, también es un área muy importante para medir el desarrollo de los países.
La salud es un derecho humano fundamental. Pero también hace al bien social general de una comunidad. Entonces, no debería ser solamente el privilegio de unos pocos. Pensemos, por ejemplo, en la relación entre salud y educación. Durante la niñez y la adolescencia, la nutrición y la salud en general juegan un rol muy importante en el desarrollo del cerebro y la capacidad de aprendizaje. Por lo tanto, no invertir en salud, significa poner en riesgo el futuro de las próximas generaciones.

La vivienda y el medio ambiente en el que habitamos también afectan nuestra salud. Es responsabilidad del Estado asegurar las mejores condiciones de acceso al agua potable y aire limpio. De lo contrario, aumentan las posibilidades de sufrir enfermedades, tanto físicas como mentales y, como consecuencia, se reducen las posibilidades de desarrollo y la expectativa de vida.

Cuidar la salud de la población implica una inversión para el país, ya que la gente, cuanto más saludable, vive más y mejor, pero también puede trabajar más y tiene mayores oportunidades para ahorrar, aumentando las chances de crecer en su carrera o empleo. Hay mucha evidencia científica acerca de cómo repercute un buen estado de salud general en el crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) per cápita.

Hay quienes opinan que un país debe lograr el crecimiento económico primero y, una vez alcanzado, esperar que el desarrollo humano suceda como simple consecuencia. Pero la realidad nos muestra exactamente lo contrario: los países que se han desarrollado lo lograron gracias a su apuesta sostenida en salud, educación, ciencia y tecnología. Por el contrario, una mala salud es un obstáculo para el crecimiento y de ninguna manera podemos permitir que se recorte presupuesto para algo tan esencial.

Es importante que el Estado se ocupe de la calidad de la salud de toda la población. Pero no nos referimos solamente a la infraestructura e insumos para los centros de atención (que son obviamente muy importantes) sino también a la prevención y la promoción de la salud, sumado a la inversión en investigación para mejorar los actuales diagnósticos y tratamientos.

Un país no puede escatimar en su presupuesto de salud pública ya que las consecuencias pueden ser graves: impacta en el bienestar general y además, en pocos años, el deterioro en la salud de su población será un problema serio e implicará gastos mayores a los que supuestamente se están “ahorrando” en el presente.