¿De qué nos reímos?

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La Nación
Grandes pensadores de la antigüedad como Aristóteles consideraron que sólo los seres humanos reíamos, pero la ciencia ha demostrado a lo largo del tiempo que la risa se halla también en diferentes mamíferos (desde los roedores hasta los gorilas). Aunque existen condiciones neurológicas (por ejemplo, la epilepsia) y lesiones cerebrales específicas que pueden causar risa patológica, en general se la asocia con un vínculo emocional y es una señal muy importante de interacción social positiva. Somos 30 veces más propensos a reír si estamos con alguien que si estamos solos. Cuando nos reímos con otros accedemos a un sistema evolutivo de los mamíferos muy antiguo que ayuda a mantener vínculos sociales y a regular emociones.
La reacción que se genera al percibir un inesperado error en el procesamiento de la información no es ni más ni menos que la definición cognitiva del humor. La ciencia da cuenta de que esto es lo que sucede cuando algo nos provoca gracia. El cerebro intenta todo el tiempo anticipar las situaciones, calcula por dónde va a pasar un auto al cruzar la calle, lo que va a decir la persona con la que conversamos o cómo va a moverse el jugador del equipo oponente en un partido. Las bromas juegan con lo imprevisto: plantean un escenario determinado que conduce a una conclusión tramposa que va a ser rechazada en el remate. Entonces el cerebro cae en esa “trampa”, pero rápidamente advierte cierta incongruencia. Darse cuenta de que las expectativas que teníamos eran equivocadas desata sorpresa y, luego, la risa.
Se ha demostrado que la corteza frontal tiene un rol clave en este proceso junto con otras áreas cerebrales también relacionadas con la cognición social. Entre sus principales funciones se ocupa de incorporar y relacionar la información proveniente de nuestros sentidos y de funciones ejecutivas complejas como la planificación, el pensamiento abstracto, la toma de decisiones y la flexibilidad cognitiva.
Hoy sabemos que el humor, que es considerado un evento cognitivo, ha sido un mecanismo evolutivo. Como libera dopamina, serotonina y endorfinas en el cerebro genera placer, mejora nuestro estado de ánimo y reduce el estrés. También entrena al sistema cognitivo en el procesamiento de información ambigua.
El mundo en el que abundan los datos ambiguos e incompletos incentiva la posibilidad de que ocurran errores y detectarlos. Un mundo que nos hace reír.